Cantabria, Santander
Carta a las monjas del Colegio Compañía de María
PATRICIA BÁRCENA ! ANTIGUA ALUMNA
Leo atónita en el periódico que la representante de la titularidad del centro de la Compañía de María en Santander justifica la decisión del cierre en la falta de vocaciones y las dificultades de mantenimiento del edificio histórico para su finalidad educativa. Pues bien, contamos con un grupo de profesores que dedican su vida a desarrollar el proyecto de la Compañía de María, un proyecto de educación en el que nos han implicado a los padres y del que participamos a diario. Profesores que han conseguido con absoluta y plena coherencia aunar los principios y valores del proyecto, y la vida de la comunidad a la que nos sentimos unidos. Prueba de todo ello es que en estos momentos estamos aquí dispuestos y comprometidos de forma solidaria a transformar esta situación injusta en la que queréis abandonarnos.
Se nos plantea un cierre como única solución, y se aduce que existen problemas de mantenimiento. Pero es que no se nos ha planteado la posibilidad de otra solución, ¿de verdad no la hay? Está claro que compatible con los proyectos urbanísticos conocidos públicamente la única salida es la venta del solar, ¿verdad?, con lo que supondría el abandono del proyecto de Santa Juana. Nada de lo expuesto hasta ahora por vuestra parte puede convencernos a los padres que aquí nos encontramos...
En mi caso porque hace más de 30 años que empecé aquí mis estudios, y hoy en los mismos patios en los que yo jugaba crecen mis hijas, en los mismos bancos en los que yo esperaba la hora de entrar a clase he alimentado a mi hija pequeña (de 3 años) mientras su hermana ya compartía experiencias como las vividas por mí... Y ahora las dos comparten esas aulas, aprenden a crecer como personas, ríen y lloran, juegan y estudian. En definitiva viven, rodeadas de profesores, compañeros, monjas. Todos somos parte de una gran familia con la que se comparte lo bueno y lo malo, porque esa es la vida del proyecto que compartimos, son los valores que aquí hemos aprendido y que queremos transmitir.
¿Faltan vocaciones? Me parece increíble oír esto de personas entregadas a los otros y al Dios de Jesucristo, ¿no? Tendríais que estar orgullosas de haber conseguido que el grupo de profesores que da vida al colegio haya sabido recoger y desarrollar el proyecto que hace 400 años inició Santa Juana, ese para el que parece que no hay vocaciones...
Ahora mismo no me da la cabeza para pensar en otro colegio, en otro proyecto..., será fe, esperanza o ingenuidad, pero me resisto a creer lo que está en boca de todos, que esto sea al final una cuestión de dinero. Quiero resistirme porque si no ¿qué nos queda?, ¿en qué vamos a creer?, ¿qué ha sido de nuestro proyecto? A mí la pena no me deja dormir, la rabia, ni la impotencia..., ¿y vuestra conciencia? ¿Os deja dormir? No puedo creerlo, no puedo creer que os haya dejado de importar el futuro de vuestros niños, 500, de vuestros profesores, 30, vuestros empleados, y todo ello cuando el colegio vive uno de los mejores momentos en los últimos años, con más demanda que nunca, aunque queráis hacer creer ahí fuera que el colegio está en crisis, que va mal, que está deteriorado... No conseguiréis que comulguemos con ello porque somos nosotros los que realmente vivimos aquí y los que queremos seguir aquí. Tengo entre mis manos el resumen del proyecto de educación de la Compañía de María, lo guardaba con las cosas del colegio. Entre otras cosas dice: «... Favorece la comunicación y el diálogo...» Y resulta que ahora, en estos momentos de supuesta crisis del colegio, no sólo no se nos dan alternativas ni se nos tiene en cuenta, sino que se nos impone un cierre. «...Posibilita a cada uno/a dar sentido a su vida a través del encuentro consigo mismo, con los otros y con, el Dios de Jesucristo» A ver si podéis decirme cómo lo hacemos si abandonáis el proyecto en el que creemos, más aún con la escasez de alternativas que existen en nuestra sociedad.
«... Crea marcos de referencia desde los que orientar el comportamiento en responsabilidad y respeto...» Bueno, a ver cómo le explico yo a mis hijas dónde queda vuestra responsabilidad. Sí, la que asumisteis dentro de este proyecto que hace 400 años inició Santa Juana, y con qué respeto van a mirar a personas o instituciones que un momento así de sus vidas las abandonan, ¿por dinero?
«Educar, en la vida y para la vida..., en el compromiso solidario para la transformación de las estructuras injustas» ¿Qué hacemos? ¿Nos cruzamos de brazos? ¿Intentamos haceros cambiar de opinión?
«Educar en comunidad desde un proyecto común a través de: una escuela comunicativa que da cauce a las iniciativas e inquietudes de todos sus miembros, donde todos se sienten implicados desde la complementariedad, la corresponsabilidad y el trabajo en equipo; la coherencia entre los principios y valores del Proyecto y la vida de la comunidad; una organización flexible que se adapte continuamente a la novedad...» Y yo me pregunto ¿dónde ha quedado todo esto?, ¿qué os mueve para olvidar todos estos principios y valores?
Siento pena, y también vergüenza, sí vergüenza, de que el nombre de María que da nombre propio e identidad al proyecto salga ahora en los periódicos o en la televisión, pero no como toda la vida para celebrar o ensalzar nuestro colegio, o para invitar a la gente a nuestra casa, porque ésta es nuestra casa, no, ahora salimos a dar un triste espectáculo, unidos o relacionados a un proyecto urbanístico, a la especulación inmobiliaria... ¿No os da pena?
Se nos plantea un cierre como única solución, y se aduce que existen problemas de mantenimiento. Pero es que no se nos ha planteado la posibilidad de otra solución, ¿de verdad no la hay? Está claro que compatible con los proyectos urbanísticos conocidos públicamente la única salida es la venta del solar, ¿verdad?, con lo que supondría el abandono del proyecto de Santa Juana. Nada de lo expuesto hasta ahora por vuestra parte puede convencernos a los padres que aquí nos encontramos...
En mi caso porque hace más de 30 años que empecé aquí mis estudios, y hoy en los mismos patios en los que yo jugaba crecen mis hijas, en los mismos bancos en los que yo esperaba la hora de entrar a clase he alimentado a mi hija pequeña (de 3 años) mientras su hermana ya compartía experiencias como las vividas por mí... Y ahora las dos comparten esas aulas, aprenden a crecer como personas, ríen y lloran, juegan y estudian. En definitiva viven, rodeadas de profesores, compañeros, monjas. Todos somos parte de una gran familia con la que se comparte lo bueno y lo malo, porque esa es la vida del proyecto que compartimos, son los valores que aquí hemos aprendido y que queremos transmitir.
¿Faltan vocaciones? Me parece increíble oír esto de personas entregadas a los otros y al Dios de Jesucristo, ¿no? Tendríais que estar orgullosas de haber conseguido que el grupo de profesores que da vida al colegio haya sabido recoger y desarrollar el proyecto que hace 400 años inició Santa Juana, ese para el que parece que no hay vocaciones...
Ahora mismo no me da la cabeza para pensar en otro colegio, en otro proyecto..., será fe, esperanza o ingenuidad, pero me resisto a creer lo que está en boca de todos, que esto sea al final una cuestión de dinero. Quiero resistirme porque si no ¿qué nos queda?, ¿en qué vamos a creer?, ¿qué ha sido de nuestro proyecto? A mí la pena no me deja dormir, la rabia, ni la impotencia..., ¿y vuestra conciencia? ¿Os deja dormir? No puedo creerlo, no puedo creer que os haya dejado de importar el futuro de vuestros niños, 500, de vuestros profesores, 30, vuestros empleados, y todo ello cuando el colegio vive uno de los mejores momentos en los últimos años, con más demanda que nunca, aunque queráis hacer creer ahí fuera que el colegio está en crisis, que va mal, que está deteriorado... No conseguiréis que comulguemos con ello porque somos nosotros los que realmente vivimos aquí y los que queremos seguir aquí. Tengo entre mis manos el resumen del proyecto de educación de la Compañía de María, lo guardaba con las cosas del colegio. Entre otras cosas dice: «... Favorece la comunicación y el diálogo...» Y resulta que ahora, en estos momentos de supuesta crisis del colegio, no sólo no se nos dan alternativas ni se nos tiene en cuenta, sino que se nos impone un cierre. «...Posibilita a cada uno/a dar sentido a su vida a través del encuentro consigo mismo, con los otros y con, el Dios de Jesucristo» A ver si podéis decirme cómo lo hacemos si abandonáis el proyecto en el que creemos, más aún con la escasez de alternativas que existen en nuestra sociedad.
«... Crea marcos de referencia desde los que orientar el comportamiento en responsabilidad y respeto...» Bueno, a ver cómo le explico yo a mis hijas dónde queda vuestra responsabilidad. Sí, la que asumisteis dentro de este proyecto que hace 400 años inició Santa Juana, y con qué respeto van a mirar a personas o instituciones que un momento así de sus vidas las abandonan, ¿por dinero?
«Educar, en la vida y para la vida..., en el compromiso solidario para la transformación de las estructuras injustas» ¿Qué hacemos? ¿Nos cruzamos de brazos? ¿Intentamos haceros cambiar de opinión?
«Educar en comunidad desde un proyecto común a través de: una escuela comunicativa que da cauce a las iniciativas e inquietudes de todos sus miembros, donde todos se sienten implicados desde la complementariedad, la corresponsabilidad y el trabajo en equipo; la coherencia entre los principios y valores del Proyecto y la vida de la comunidad; una organización flexible que se adapte continuamente a la novedad...» Y yo me pregunto ¿dónde ha quedado todo esto?, ¿qué os mueve para olvidar todos estos principios y valores?
Siento pena, y también vergüenza, sí vergüenza, de que el nombre de María que da nombre propio e identidad al proyecto salga ahora en los periódicos o en la televisión, pero no como toda la vida para celebrar o ensalzar nuestro colegio, o para invitar a la gente a nuestra casa, porque ésta es nuestra casa, no, ahora salimos a dar un triste espectáculo, unidos o relacionados a un proyecto urbanístico, a la especulación inmobiliaria... ¿No os da pena?
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