viernes, 11 de mayo de 2007

Tribuna libre: Con rumbo fijo

Ayer celebramos una decisiva Asamblea de madres y padres, porque además de la notable concurrencia (Salón de Actos lleno), el sentir absolutamente unánime de respaldar las iniciativas de la Coordinadora y el entusiasmo en seguir apoyando el sueño común, son las mejores vitaminas para tres meses de esfuerzo colectivo. Creo que todos somos conscientes de que estamos luchando por el futuro de nuestros hijos, pero también por el futuro de una sociedad que necesita llenarse de contenidos y valores más humanos y más ajenos al mercantil consumismo.
En este sentido no quería dejar de manifestar mi satisfacción por contar esta comunidad de padres y madres que se hacen cómplices de aquellas acciones que, por mor de las circunstancias, tantas veces tenemos que decidir en la soledad de un pequeño grupo. Y también la gratitud por transmitirnos un entusiasmo que nos hace sentir arropados y con ganas para continuar hasta donde haga falta. ¡Que diferencia con otro tipo de reuniones¡
Quiero aprovechar estas líneas para aclarar algunos conceptos que en el bullicio pudieron no quedar del todo claros.

Cuando hablé de las nuevas cargas que C. María pretendía añadir a nuestro Plan de Viabilidad en referencia a la ubicación en el futuro Colegio de una Residencia para las monjas que actualmente habitan aquí, en ningún momento quise decir que no quisiéramos, que no estuviéramos dispuestos o que no fuera posible. Muy al contrario, siempre he defendido un cambio de criterio de C. María respecto a su decisión de abandonar la titularidad educativa, hemos manifestado nuestra disposición a su más amplia participación en la futura Fundación, y siempre hemos considerado a las monjas que viven en el Colegio como parte de nuestra gran familia, y como tales parte del futuro Colegio.
Lo que traté de explicar es que cuando se ponga sobre la mesa la valoración de las dos alternativas, la propuesta de cierre de C. María obviamente implica el desalojo de sus monjas ya que en ningún momento se reserva ningún espacio en esa planificación para ningún tipo de residencia, motivo que nos llevo a no contemplarlo tampoco en nuestra propuesta alternativa, dada su insistencia en desvincularse totalmente del Colegio en el futuro. Sin embargo, nuestro plan es un plan abierto y con posibilidad de acomodarse a las decisiones que en tal sentido puedan tomarse; tan solo será una cuestión de las exigencias económicas de C. María, y de su voluntad de mantener un cierto vínculo con el futuro Colegio. Para que quede del todo claro quiero reproducir lo que sobre este aspecto dice textualmente la carta que hoy se remitirá en contestación a la respuesta de C. María:
"Porque a nuestro Avance de Plan de Viabilidad se le añaden nuevas cargas económicas que no tenía la propuesta planteada por el PGOU. En esta última, las monjas de Santander se quedaban sin residencia, ya que en la parcela sólo se contemplaba el uso residencial y la cesión al Ayuntamiento del edificio histórico. Ahora se nos exige integrar una residencia para unas 20 monjas, cuestión a la que nosotros accederíamos encantados porque consideramos que las monjas de Santander son parte de nuestra comunidad. Pero siempre que no suponga una carga económica a expensas exclusivamente del Plan de Viabilidad de tal forma que sumado a otros elementos lo hagan inviable, y que C. María mantenga un mínimo vínculo con el futuro Colegio."

Otra cuestión que me gustaría abordar es la necesidad de que nuestro comportamiento como colectivo siga manteniendo el exquisito nivel de respeto a instituciones y personas. No debemos confundir la firmeza en nuestras peticiones con los excesos en su manifestación. Tenemos que ser conscientes de que nuestro Plan solamente es viable en el camino del consenso y de aglutinar esfuerzos entorno a un objetivo común. Nuestra fuerza está en nuestras razones y en la capacidad para hacerlas valer en todos los foros, y no en la violencia que pudiésemos enarbolar en su defensa. E insisto, esto no significa ninguna actitud de tibieza en la defensa de nuestros derechos, sino que sigue siendo la misma actitud abierta al diálogo y al compromiso común imprescindibles para cualquier alternativa de futuro. Más adelante, si nos dan con la puerta en las narices, entonces sí, tal vez, tengamos que derribar esa puerta con algo más que buenas palabras.

Para finalizar, quiero “felicitarnos” por haber acordado el nacimiento de esta nueva Asociación en defensa de La Enseñanza, que sin duda va a garantizar la continuidad en la defensa de nuestras pretensiones en el presente inmediato y a velar durante muchos años, si llega el caso, para que nadie pueda especular sobre las cenizas de nuestro Colegio.

La primavera explota con fuerza, y nosotros seguimos con rumbo fijo.

Ramón Meneses

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