miércoles, 28 de febrero de 2007

Reglas de la Compañía de María (nueva postal)

Uno puede sentirse traicionado por sus vecinos de escalera, incluso ya somos capaces de asimilar con cierta naturalidad la capacidad de nuestros gestores políticos para transformar en intereses personales el intangible bien que llamamos interés público. Que nuestra mejor amiga nos dedique alguna deslealtad tampoco sería un gran titular en nuestras vidas. Sin embargo alguien podría pensar que, detrás de tanta mundanal insensatez, existe algún rincón de cordura y de entrega al amor de sus hermanos. Tal vez queramos albergar la esperanza de que, quienes han elegido una vida entregada a Dios y al prójimo y que han optado libremente por seguir el camino que Jesús nos enseñó, sean capaces de alejar sus almas de la mísera condición humana y ofrecernos un resquicio de ejemplo, de cordura y de amor a todo aquello que sustenta su vocación. Y de verdad, y aunque en estos mometos cueste decirlo, tenemos la convicción de que entre nosotros hay hombres y mujeres "ENORMES" que entregan cada uno de sus pensamientos y sus actos al bien de sus hermanos.
Es por ello, por su carácter cualificado, que estas personas que se han entregado a la fe de Cristo tienen que ofrecer más que el resto de los mortales, porque al fin y al cabo en ellas hemos depositado la confianza de ser valedores de los principios más elevados que han de dirigir nuestras vidas. También es cierto que pueden equivocarse como cualquier hombre o mujer, así Pedro que negó tres veces a su Dios. Y sin duda, serán perdonados por la misericordia infinita de Dios. Pero ahora, en la realidad que nos toca vivir, deben escuchar en su intimidad la voz más sincera de su corazón, y recordar esos pasajes del Evangelio que nos cuentan como Jesús resistió en cuarenta ocasiones las tentaciones del demonio.
Vosotras, madres o hermanas, tenéis una misión cualificada en vuestras vidas, y por ello nos permitimos hoy recordar unas sencillas promesas que han de alimentar vuestra acción de cada día:
9. "La enseñanza de los niños es el fin principal de nuestro ministerio, y todo lo que nos aparte de ella se debe calificar de mal espíritu...."
12. "Nadie ha de haber en esta Orden que se niegue a la enseñanza de los niños..."
13. "Todo lo que nos aparte de ésto debe ser tenido por sospechoso, pues difícilmente será bueno lo que nos separe de nuestra vocación..."
Gracias al compañero o compañera que tuvo el acierto de recordarnos estas reglas. Sin duda servirán para iluminar nuestro camino.

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