Leyendo la carta de Margot, no he podido evitar retroceder en el tiempo.
En septiembre hará treinta y cinco años que entré en el colegio. Y añadiendo nombres a su lista, como si de un pequeño homenaje se tratara, quiero que no olvidemos a todas aquellas mujeres que se dejaron la piel entre estos muros para que nosotras (por aquel entonces, salvo parvulitos, sólo éramos niñas) nos convirtiéramos en los mejores seres humanos posibles.
En septiembre hará treinta y cinco años que entré en el colegio. Y añadiendo nombres a su lista, como si de un pequeño homenaje se tratara, quiero que no olvidemos a todas aquellas mujeres que se dejaron la piel entre estos muros para que nosotras (por aquel entonces, salvo parvulitos, sólo éramos niñas) nos convirtiéramos en los mejores seres humanos posibles.
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